A cada paso que da el retirante se abre, a modo de grieta, una posibilidad de vida, una herida que emana la fuerza de la supervivencia. Es el caminar sin pausa de aquellos seres la fuerza que mueve el mundo. Si un día, como estrellas milenarias, comenzaran a apagar su movimiento, el mundo dejaría su giro cósmico, renunciaría a seguir bombeando sangre por sus venas, se acabaría el combustible que hace posible la vida del hombre en esta diminuta esfera. Debe entonces, por fuerzas mayores, transformarse el cuerpo, readaptarse, mutar, variar, expandirse para resistir. El errante debe abandonar sus condiciones de vida al salir de su territorio, el cual se ha configurado como una extensión de su propio cuerpo.

Errantes – Columbarios from Natalia Espinel on Vimeo.